Cada 4 de noviembre se celebra el Día Mundial del Caramelo, una golosina que tiene una muy mala fama porque no aporta ningún nutriente, es malo para los dientes y una ingesta de azúcares innecesarios. Sin embargo, algunas personas, sobre todo los niños, lo aman.
El término "caramelo" proviene del francés "candy cucre" (caña de azúcar), que a su vez se deriva del persa "qandi". En su origen, allá por el siglo XIII, los primeros caramelos eran poco más que azúcar derretida y solidificada. Su evolución comenzó en el siglo XIV, en Venecia, cuando los artesanos dieron forma a caramelos con mejores técnicas. Sin embargo, no fue hasta el siglo XIX, con la popularización de la remolacha azucarera, que el caramelo se hizo más accesible para el público.
El año 1847 marcó otro hito: la creación de la prensa para caramelos, que revolucionó su producción en masa y permitió que Estados Unidos comenzara su fabricación industrial. Hoy en día, el caramelo se presenta en una infinidad de sabores, formas y texturas, una dulzura que parece no tener límites.
Para celebrar este día de manera sana, aquí te dejamos una receta de caramelo sin azúcar refinada, ideal para disfrutar sin culpas.
Ingredientes:
Preparación:
Remojar los dátiles. Colocarlos en un recipiente con agua caliente durante unos 10 minutos para que se ablanden.
Escurrir los dátiles y colócalos en una licuadora junto con la leche, la esencia de vainilla y la sal.
Procesa la mezcla hasta obtener una consistencia suave y cremosa.
En una bandeja, colocar bolitas de esta mezcla. Tapar y llevar a la heladera una media hora. Cuando estén fríos, están listos para disfrutar.