Los especialistas en nutrición y en economía recomiendan elegir las frutas y verduras de estación porque son más frescas y nutritivas ya que son del momento y no fueron sometidas a procesos de conservación y son más económicas. En septiembre, en Mendoza, las opciones incluyen remolacha, zapallito, radicha, perejil, puerro, habas, lechuga, nabiza, nabo, acelga, apio, alcaucil, espárrago, además de una amplia variedad de frutas como la frutilla, frambuesa, cereza, arándano, manzana y naranja, entre otras.
Los espárragos, por ejemplo, son una de las verduras estrella de la primavera. No solo son fáciles de encontrar sino que podés hacerlos de distintas maneras.
Los espárragos se destacan por su bajo contenido calórico y su alto valor nutricional. Son una excelente fuente de fibra, vitaminas A, C, E y K, además de contener antioxidantes que ayudan a combatir los radicales libres en el cuerpo.
Este vegetal también es rico en ácido fólico, un nutriente esencial para la salud cardiovascular y el funcionamiento del sistema nervioso, lo que lo convierte en una opción ideal para quienes buscan cuidar su bienestar general.
Además de sus propiedades nutricionales, los espárragos contribuyen a una buena digestión y tienen efectos diuréticos naturales, lo que favorece la eliminación de toxinas del cuerpo. Incorporarlos en ensaladas, salteados o como guarnición es una excelente forma de disfrutar de sus beneficios sin complicaciones en la cocina.
Lava los espárragos y corta la parte inferior dura. Luego, córtalos en trozos pequeños. Cocina los espárragos al vapor o en agua hirviendo durante unos 5 minutos hasta que estén tiernos, pero aún firmes. Escúrrelos bien y resérvalos.
Pica finamente la cebolla y los dientes de ajo. En una sartén con un poco de aceite de oliva, sofríe la cebolla hasta que esté transparente. Añade el ajo y cocínalo por un minuto más. Retira del fuego y deja enfriar.
En un bowl, coloca los espárragos cocidos, la cebolla y el ajo sofritos. Añade el queso rallado, los huevos batidos, el pan rallado y la harina si decides usarla. Salpimienta al gusto y mezcla bien hasta obtener una masa manejable.
Con tus manos, formá pequeñas croquetas con la mezcla. Pásalas por un poco más de pan rallado para darles una capa crujiente.
En una sartén con abundante aceite caliente, fríe las croquetas a fuego medio hasta que estén doradas por todos lados. Colócalas sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.
Servilas con alguna salsa o mayonesa.