Historias de vida

"Comía papel para llenarme la panza": el mendocino que pasó de ser un chico de la calle a tener un trabajo estable y una banda propia

Fabián Zárate se crió en la calle producto de la violencia y los abusos familiares que sufría. A los 10 años pensó en quitarse la vida. Hoy trabaja en una empresa de seguridad e integra una banda de música.

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Redacción ElNueve.com
17 de agosto de 2024 | 16:37

Por Luciana Guzmán 

Con 8 o 9 años, él tuvo que aprender a defenderse solo, a buscar un lugar donde pasar la noche y a rebuscárselas para llenar el buche. "Lo peor de estar en la calle es sentir el hambre, cuando te duele el estómago y no sabés qué meterte a la boca es desesperante. A veces comía papel para llenarme la panza", cuenta José Fabián Zárate, quien gracias a su empuje logró revertir su historia y salir de la calle. 

El maltrato y los abusos tanto físicos como psicológicos que vivía en su casa, siendo apenas un niño, lo largaron a la frialdad y oscuridad de la calle. Había un tío muy violento, verbal y físicamente. "El último incidente que tuve cuando era muy chico fue que me tiró un balinazo de aire comprimido en el tobillo y me trataba de "mujercita". También me pegó con una honda en el brazo y me echó a la calle", recuerda como fue que salió de una casa que distaba mucho de un hogar y buscó cobijo donde pudo. "A veces dormía en lo de algún vecino, en lo de algún amigo, en diferentes lugares. Me refugiaba en personas que me valoraran, que me cuidaran, cosa que en mi casa no pasaba", dice. 

La amenaza de que terminaría en el Patronato lo llevó a seguir yendo a la escuela, como pudo. Pero, con tal de no terminar en ese lugar tiene peor reputación que la calle, él cumplía sus obligaciones. 

"Me daba vergüenza pedir, jamás toqué algo ajeno, comía en el basural de Guaymallén. Fue triste, porque teniendo familia sentía que no valía para nadie", relata Fabián y cuenta que fue ahí cuando sintió ganas de "dejar de vivir". Con tan solo 10 años los invadieron los pensamientos suicidas. Pero, "no sabía cómo quitarme la vida, a esa edad uno no tiene la capacidad que tiene un adulto; sin embargo, ya no tenía ganas de vivir", asegura. 

Pero la calle no solo le enseñó a defenderse, a valerse por sí mismo siendo muy chiquito y a protegerse en una realidad tan hostil, sino que también le dejó valores que lo ayudarían a salir adelante. "Aprendí a escuchar a quien lo necesita, a dedicarle tiempo -que es lo más valioso que tenemos- a quien está mal. Es mi forma de contribuir. Agradecer y ser luz para quienes nos rodean es el secreto", confiesa. 

"A pesar de todo lo que pasé, siempre me consideré un artista, pese a que no lo fuera, y cantaba en cualquier lado para ganarme un sánguche o lo que fuera. Y que la gente me brinde su cariño, aun sin conocerme, me hacía muy bien", relata como la música comenzó a salvarlo. 

Fabián aprendió a trabajar desde muy chiquito, empezó ayudando en obras de construcción, luego, como cocinero de cuadrilla, vendedor ambulante y hasta llegó a ser maestro mayor de obra. "Mucho no sabía, pero lo hacía", confiesa. Y es que había que rebuscárselas a como diera lugar.

Para ganar su plata y porque ama el arte también pintó cuadros con tiza pastel, este lujo todavía se lo da. Desde aquel entonces también baila hip hop. En un principio fue para pasar la gorra y ahora por placer. 

Fabián tiene una mirada transparente y una sonrisa genuina. No mezquina en frescura, espontaneidad y alegría. Contagia fuerzas. 

Hoy, a sus 35 años, se siente orgulloso de su vida y de todo lo que ha logrado hasta ahora. Es que consiguió un trabajo estable en una empresa de seguridad e integra Mascalzone, una banda de cumbia. Y sabe que le queda un largo trecho por recorrer e infinidad de sueños por cumplir. 

"Vi mucha gente que se perdió en vicios, personas que ya no están de manera física porque los rencores los llevaron a convertirse en sus peores enemigos. Yo no quería terminar así. Eso me hizo pensar qué camino elegir. Y yo elijo la vida", reflexiona. 

"Le agradezco a Dios todo lo que pasé porque fue con un propósito y hoy estoy muy agradecido por el lugar en el que estoy. Le doy gracias a Dios por todo lo que me da, es una bendición que yo pueda caminar, escuchar, tener un techo, que tenga comida, alguien con quien compartir", Fabián está seguro de que agradecer y ser honesto fueron pilares fundamentales para salir dela calle. 

Cierra pensando en quiénes están pasando lo que él pasó: "Que nunca dejen de soñar, yo soñé despierto y lo sigo haciendo. En cualquier lugar, el cualquier momento, tenemos cosas buenas para hacer por alguien. Tenemos que ser luz para el que nos rodea".

"A pesar de todo lo que pase, hoy en día soy el pibe más feliz del mundo", Fabián Zárate. 

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