En el mundo del vino, pocos nombres resuenan con la misma fuerza y pasión que el de Rolando Lazzarotti. Con casi 50 años de experiencia en la vitivinicultura, Lazzarotti ha dejado su huella no solo en Argentina, sino también en varios países alrededor del mundo. En una reciente entrevista, compartió con Noticiero 9 su fascinante viaje y su enfoque único para crear vinos que reflejan la personalidad de figuras icónicas como Leandro Paredes y Juan Martín del Potro.
Rolando Lazzarotti nos cuenta cómo es trabajar con Leandro Paredes, el campeón del mundo. "Hablar con él es una sensación indescriptible. Es un chico con una personalidad tremenda, muy tranquilo y cálido. Toda su familia es igual, son personas magníficas," comenta Lazzarotti.
La dedicación y la disciplina de Paredes se reflejan en el vino que lleva su nombre, un proceso que Lazzarotti describe como "cincelar" el vino para que capture la esencia del futbolista.
Además de Paredes, Lazzarotti ha trabajado con otras personalidades destacadas como Juan Martín del Potro, Fillol, el Pato y Mario Kempes.
"Cada vino es una obra de arte que refleja la personalidad de su propietario," explica.
"Empezamos con una bodega no propia y luego construimos una bodega gravitacional en Uruguay, donde producimos vinos que han ganado medallas de oro."
Conocido como "el alquimista" en el mundo del vino, Lazzarotti combina su vasta experiencia con un toque de esoterismo.
"Mi perfil siempre ha sido extremadamente bajo, pero hago vinos en varios países y eso me ha hecho un poco conocido dentro del ambiente," dice modestamente.
Su enfoque se centra en la viña, que considera el 95% del éxito de un buen vino. "Sin la viña, nosotros no podemos hacer nada," afirma.
Al finalizar la entrevista, Lazzarotti nos deja con una recomendación especial para el Día del Amigo. "Brindemos con vino tinto," sugiere, destacando la importancia de compartir momentos especiales con amigos y seres queridos.
La pasión y dedicación de Rolando Lazzarotti son evidentes en cada palabra y en cada vino que crea. Su capacidad para capturar la esencia de las personas y transformarla en una botella de vino es verdaderamente un arte, y su legado en la vitivinicultura continuará inspirando a futuras generaciones.
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