Con los ojos llorosos y las palabras embargadas por la emoción, Verónica Ghio, viuda de Carlos Reutemann fue a visitar nada más y nada menos que a Franco Colapinto. Le llevó un casco original usado por el santafesino en 1981, cuando fue subcampeón mundial. “Todos los días hablaba de automovilismo”, recuerdó con la prensa.
“Lole hubiese estado orgulloso”, le expresó a Franco quien emocionado también intercambió palabras con la viuda de Reutemann con el icónico casco en sus manos. Verónica se lo prestó por un rato y por la tarde lo pasó a buscar. Si bien ella no suele dar notas a los medios, esta vez aceptó.
“Lo conocí a Franco y realmente me sorprendió lo buen chico que es. Muy sencillo, humilde, respetuoso y todo es más allá de que tiene mucho talento”, destaca. “Nos emocionamos los dos porque él quedó impactado por tener en sus manos el casco de Carlos y yo porque vi el que usó Franco”, agregó.
Verónica se sintió muy feliz por el tributo que Colapinto le rindió a Reutemann y afirmó: “Lole hubiese estado orgulloso. Pero no solo por el casco, sino también porque Franco es esa clase de persona que inspira a los jóvenes. Es un ejemplo y su forma de ser es lo que atrapa a todos los chicos que lo siguen”.
Y sumó: “Creo que a Carlos también le hubiese gustado conocerlo a Franco. Habría hablado horas y horas con él y le hubiese preguntado mil cosas del Williams”, agrega. “Él (Reutemann) era muy obsesivo y todos los días hablaba de automovilismo. Mirábamos las carreras de F1 y se la pasaba comentando. Reconozco que yo no miraba las carreras de autos, pero con Lole no me quedó opción”, recuerda sonriente, con la voz quebrada y al borde de las lágrimas.
Aunque el caso Franco va más allá por el potencial y proyección que tiene. La Argentina está ante un piloto que puede representarla por al menos 15 años. Ser protagonista y ganador. Porque él mismo superó sus expectativas, las de Williams y la gente. Desde que debutó en la Máxima el pasado 1 de septiembre en Italia, donde culminó decimosegundo. Por el fenómeno generado a raíz de su irrupción con sus primeros cuatro puntos en su segunda carrera, donde fue octavo en Azerbaiyán. Pasó de tener como objetivo terminar las carreras y hacer kilómetros y meterse en la conversación de sumar unidades.
Franco Colapinto ingresó en el paddock del Autódromo Hermanos Rodríguez de Méxixo el pasado octubre, llevando en su bolso un casco también amarillo y azul, muy parecido al que utilizaba el “Lole” Reutemann, en un gesto de homenaje a su ilustre predecesor. Ese casco, que empleó Franco en esa carrera y en la siguiente, el Gran Premio de Brasil, en Interlagos, donde Reutemann se impuso en 1977 con Ferrari, tenía para Colapinto una carga emocional importante.
En un encuentro exclusivo para la prensa en la miniterraza del hospitality de Williams, en el paddock del circuito mexicano contó: “Personalmente me siento orgulloso de poder llevar este casco. Le agradezco a la familia de Reutemann haberme autorizado a llevarlo. Siento que habrá muchos argentinos aquí y en Brasil, y quiero que ellos también disfruten y se sientan representados al ver el casco”.