El pasado sábado 30 de septiembre, Rubén “Pitoto” Álvarez estaba solo en su casa bajo la orden a sus seres queridos de que nadie lo molestara:“Esta tarde juega Racing, les pido que no me llamen ni me molesten”.
Se preparó para ver el partido y se sentó frente al televisor minutos antes de las 19 horas. Cuando habían pasado apenas 5 minutos su equipo ya perdía 1-0.
“Algunos minutos después me tocaron la puerta. Era el dueño de la agencia de lotería en la que juego siempre. Me dijo que no había apostado a la nocturna, si quería que lo hiciera. Le dije que no estaba pensando en eso, que solo me preocupaba que Racing ganara, pero me contestó que lo iba a hacer igual”, comentó Rubén.
Aníbal Prieto quien es su agenciero de confianza en Villa Berthet, Chaco, pensó que Pitoto se iba a arrepentir luego de que su angustia desapareciera: “Me repitió la jugada que hago desde hace un año en la Quiniela Poceada: el 18, 29, 44, 84 y 90″,
Esto lo supo después de que Racing finalmente perdiera por 2-0. “Me fui a lo de mi pareja porque me sentía mal y no quería ver a nadie. Así que pedimos una pizza y abrimos una cerveza. Estaba envenenado, quería comer e irme a dormir”, agregó el hincha de Racing.
Fue en ese momento cuando buscaba olvidarse del partido que le sonó su celular: “Era uno de mis hijos. Me había llamado para contarme que se había sorteado la Quiniela Poceada nocturna y que un ganador de Villa Berthet había acertado todos los números”, recordó Pitoto.
Automáticamente dejó la porción de pizza y se comunicó rápidamente con el dueño de la agencia. “No me quería ilusionar, pero cuando lo contacté a Aníbal me confirmó que alguien había ganado”.
Ante este llamado, Anibal le respondió: “Mirá, yo justo le estoy dando de comer a mi hijo. Bancame que termino y vamos a la agencia a chequear los números”.
Ambos se encontraron una hora más tarde y tras la constatación, Pitoto recibió la noticia que tanto añoraba:
“No te puedo explicar la alegría que sentí en ese momento. Me puse a llorar y llamé a mis hijos. Venía de tres meses muy malos. Yo soy repartidor de fiambres y hago las entregas con una Citroën Berlingo que me compré en 2016. Se me fundió dos veces el motor, todo ocurrió en 15 días. Para el primer arreglo tenía la plata, pero para el segundo tuve que pedirla prestada”, sostuvo el ganador.
Pitoto contó que apuesta los martes, jueves y sábado por la Quiniela Poceada, mientras los miércoles y sábados también lo hace pero en el Quini 6.
“El arreglo del motor me costó $700.000 y la reparación demoró tres semanas. Tuve que repartir los fiambres con una moto prestada. Al mismo tiempo pago un plan de ahorro por un Peugeot 208, en donde la última cuota fue de $135.600. Estaba a punto de vender la camioneta para cancelar el auto y pagar las deudas”, comentó.
Su agenciero y amigo le comunicó que para reclamar su premio tenía que ir hasta Resistencia, ubicada a 200 kilómetros de su pueblo y dirigirse al edificio de Lotería Chaqueña.
“Me llevó mi hijo y a eso de las 11 de la mañana ya estábamos ahí. Me recibió el director, había medios de prensa locales, fue todo muy conmovedor. Me ofrecieron darme un cheque o transferírmelo a mi caja de ahorro, pero elegí el cheque porque se acreditaba en el momento”, explicó.
Pitoto comentó que lo primero que hizo fue ofertar $3.500.000 a la concesionaria para hacerse de la licitación y tener su Peugeot 208 en la calle. Transfirió otra parte para cancelar deudas y el resto lo dejó en un plazo fijo: “No quiero tener ni un peso en mi casa, no voy a sacarla para que me afanen”, explicó.
Su próximo paso será el de buscar un terreno o una casita para poder tener una propiedad a su nombre: “Aquilé toda mi vida y trabajé para mantener a mis cinco hijos. Nunca tuve la oportunidad de comprarme algo, así que sería hermoso poder destinar ese dinero para tener un techo propio”, completó Pitoto.