A sus 90 años, Lita Tancredi recorre su vida y aún sueña con montar una obra de teatro. Esta pasión la lleva en la sangre; subió por primera vez a un escenario a los 5 años y desde entonces no ha parado. Recientemente, recibió el reconocimiento de ciudadana ilustre de la Ciudad de Mendoza.
Lita recordó: "Desde los 4 años, ‘la nena baila, la nena escucha música, la nena baila’. Eso era lo que decían mis padres y mis abuelos, entonces, como la nena bailaba, me mandaron a una academia a aprender danza y así empecé a entrar en el mundo del arte. Me crié en el mundo del arte, pero mi papá quería que yo fuera concertista. No me dejaba perder ningún concierto. Una vez, se habían agotado las entradas para ver a una pianista famosa que había venido al Teatro Independencia y logró que me pusieran una silla en el costado del escenario para que no me lo perdiera".
"Estudié en la Escuela Normal, hice primaria y secundaria, me recibí de maestra y ejercí como maestra rural. Empecé a unir las clases normales con actividades artísticas. Ponía música, les contaba historias... Yo tenía 15 años y ya estaba actuando y bailando. Tuve maestras excelentísimas", agregó Lita.
"Te digo una cosa, es terrible. No hay noche de mi vida que no sueñe con estar montando una obra. Me despierto y la estoy viendo. Es como una enfermedad; el teatro no me deja descansar", confesó.
Durante la pandemia, Lita tuvo que cerrar la sala de teatro que había fundado y donde se formaron actores de la talla de Adrián Sorrentino, Aníbal Villa y Marcelo Lacena. "Era muy exigente. Así como las trataba con mucho cariño, también les exigía mucho", señaló.
"El arte tiene que ser todo. Realmente, gente que sienta lo que está haciendo, que quiera vivir el arte, que lo viva, que se sienta partícipe del personaje que está haciendo o que la música lo emocione", concluyó Lita.
Lita Tancredi, con su vida dedicada al teatro y al arte, sigue siendo una fuente de inspiración y un pilar fundamental del teatro mendocino.
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