¿Estás buscando una opción rica y económica para la merienda o la picada? Las galletas saladas saborizadas caseras son la solución perfecta.
Además de ser fáciles de hacer, también te permiten jugar con una variedad de sabores y combinaciones.
Poder preparar tus propias galletas en casa es una excelente manera de controlar los ingredientes y asegurarte de que estás comiendo algo saludable y sin aditivos artificiales.
Podés acompañarlas con una variedad de dips, quesos o simplemente disfrutarlas solas.
También son ideales para llevar al trabajo, a la escuela o para tener a mano en casa cuando necesitas un snack rápido para la picada del fin de semana.
- 2 tazas de harina de trigo.
- ½ taza de aceite.
- ½ taza de agua.
- 1 cucharadita de sal.
- 1 cucharadita de polvo de hornear.
- Especias al gusto (pueden ser orégano, romero, ajo en polvo, queso, salame, etc.).
En un bol grande, mezclamos la harina, la sal y el polvo de hornear. Agregamos el aceite y el agua poco a poco mientras vamos mezclando hasta obtener una masa homogénea y suave.
Si la masa está muy seca, podemos agregar un poco más de agua, una cucharada a la vez.
Una vez que la masa esté lista, la dividimos en varias porciones si queremos hacer galletas de diferentes sabores.
Agregamos las especias a cada porción y amasamos bien para que se integren en la masa. Por ejemplo, podemos hacer una porción con orégano, otra con queso y otra con ajo en polvo.
Enharinamos ligeramente una superficie plana y extendemos la masa con un palo de amasar hasta que tenga un grosor de aproximadamente 3 mm.
Usá un vaso o lo que tengamos para cortar la masa en la forma y tamaño que queramos. Colocamos las galletas en una bandeja para horno previamente engrasada o forrada con papel manteca.
Precalentamos el horno a 180°C y horneamos las galletas durante unos 15-20 minutos, o hasta que estén doradas y crujientes.
El tiempo de horneado puede variar dependiendo del grosor de las galletas y de nuestro horno, así que es recomendable vigilarlas para evitar que se quemen.
Sacamos las galletas del horno y las dejamos enfriar sobre una rejilla. Una vez frías, podemos guardarlas en un recipiente hermético para que se mantengan frescas por más tiempo.
Podés agregar semillas de sésamo, chía o girasol a la masa para darle un toque extra de sabor y nutrición.
Si te gustan las galletas más crujientes, podés extender la masa un poco más fina y hornear las galletas por unos minutos adicionales.