Cuando la hija de Ashley Nagy, Charlie, comenzó a desarrollar protuberancias rojas y erupciones en todo su cuerpo, Ashley la llevó al médico para averiguar qué estaba mal. El médico diagnosticó a Charlie con psoriasis a los cuatro meses. Esta enfermedad es una afección de la piel relativamente común, que afecta a 125 millones de personas en todo el mundo.
Esto no cambió la manera en que Ashley trató a su hija, pero empezó a ser centro de atención cuando salía en público. La gente, ante el desconocimiento y al ver condición de la pequeña, asume de inmediato que se trata de algo contagioso y, además de alejarse, les ordena a sus hijos que hagan lo mismo.
“Muchas personas se alejan, mi respuesta por lo general es abrazarla y besarla para demostrarle a los padres de otros niños que estar en contacto con ella no es peligroso”, afirma Ashley.
Además, en muchas ocasiones Ashley es señalada como “mala madre”, porque son muchos los que se preguntaban cómo puede dejar a la pequeña ser quemada de esa manera por el sol.
Los padres de la pequeña Charlie no se avergüenzan de su condición ni tratan de esconderla, afirman que, a pesar de la enfermedad, la bebé tiene una personalidad abierta y activa, siempre riendo e intentando divertirse, por lo que intentan tomar conciencia de que su afección no es contagiosa para que así Charlie pueda jugar con otros niños sin que sus padres teman por la salud de los mismos.
Aunque la pequeña se ve forzada a pasar por baños de rutina que pueden llegar a extenderse por dos horas para poder combatir sus erupciones utilizando todo tipo de cremas, aceites y jabones especiales, sus padres no pierden la esperanza de que algún día su bebé se encuentre sana y de que toda la discriminación y malos tratos se conviertan en cosa del pasado; tristemente, a la fecha no se conoce una cura definitiva.