La vida nos lleva por caminos diversos, y llegar a la vejez es una etapa que conlleva tanto alegrías como desafíos. Para las parejas que han compartido décadas juntos, enfrentar la realidad de que uno de ellos puede enfrentar problemas de salud más serios es un momento crucial que demanda una profunda adaptación emocional y práctica.
Cuando uno de los miembros de la pareja experimenta una disminución en su salud, puede surgir un sentimiento de vulnerabilidad que antes no era tan evidente. La independencia y autonomía que se disfrutaron durante años pueden ceder paso a la necesidad de apoyo físico y emocional. Es aquí donde la comunicación abierta y la disposición para pedir ayuda se convierten en pilares fundamentales para mantener la calidad de vida y el bienestar emocional de ambos.
"Pedir ayuda por parte del adulto mayor que está en mejores condiciones de salud, a otros familiares como redes de contención, y a cuidadores, no es señal de debilidad, sino de madurez y honestidad consigo mismo y con el otro. Es el reconocimiento de que, en esta nueva fase de la vida, el apoyo mutuo fortalece la relación y permite a ambos enfrentar los desafíos con mayor resiliencia. Sin embargo, muchos se sienten renuentes a hacerlo, ya sea por orgullo o por temor a ser una carga para sus familiares. Y esto no debe ser así", fundamentó la psicóloga Noelia Centeno.
-¿Cómo comenzar?
Una forma efectiva de comenzar es establecer una comunicación clara y empática sobre las necesidades y limitaciones que surgen. Esto implica hablar sinceramente sobre cómo se siente cada uno y qué tipo de ayuda sería más beneficiosa respecto también a la familia. Desde la asistencia con las tareas del hogar hasta la acompañamiento en citas médicas, cada gesto puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida del cónyuge enfermo.
Además del apoyo práctico, es esencial no subestimar el poder del apoyo emocional. La comprensión, el cariño y la paciencia son tan importantes como cualquier ayuda física. Escuchar activamente los miedos y preocupaciones del otro, sin juzgar ni minimizar sus sentimientos, fortalece el vínculo y promueve un sentido de seguridad emocional mutua.
"Para quienes desean ofrecer ayuda a una pareja en esta situación, es crucial acercarse con empatía y respeto. Ofrecer ayuda de manera proactiva, pero sin imponerla, y estar dispuesto a ajustarse a las necesidades cambiantes del otro son actitudes que fomentan un ambiente de confianza y cuidado mutuo", sumó la profesional.
Además del apoyo directo de la pareja, es beneficioso establecer una red de apoyo más amplia que incluya familiares, amigos cercanos o profesionales de la salud. Compartir responsabilidades puede aliviar la carga emocional y física sobre la pareja principal, permitiéndoles dedicar más tiempo a disfrutar de su compañía y enfrentar juntos los desafíos que la vejez presenta.
En última instancia, aprender a pedir y ofrecer ayuda en la vejez es un proceso de crecimiento y adaptación continua. Requiere humildad para reconocer nuestras propias limitaciones y generosidad para ofrecer nuestro apoyo incondicionalmente. Cada pareja experimenta esta fase de manera única, pero todos comparten el deseo fundamental de envejecer con dignidad y amor mutuo.
"Cuando la salud de uno es más frágil es un viaje que requiere valentía y comprensión por parte de ambos miembros de la pareja. A través de la comunicación abierta, el apoyo práctico y emocional, y la disposición para aceptar y ofrecer ayuda, las parejas pueden no solo sobrellevar esta etapa, sino fortalecer su vínculo y encontrar una nueva profundidad en su relación que solo los años y las experiencias compartidas pueden brindar", concluyó Centeno.
La profesional estuvo con el equipo de Cada Día, mirá la nota
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