Mendoza

¿Por qué cierra la emblemática heladería Soppelsa en Mendoza después de casi 100 años?

Este cierre no solo baja las persianas de un local, sino también de una parte muy importante de la historia mendocina. Esta heladería marcó a generaciones y generaciones.

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Redacción ElNueve.com
5 de septiembre de 2024 | 10:52

Una de las heladerías más icónicas y emblemáticas de Mendoza, Soppelsa, cierra sus puertas tras más de 90 años de historia, dejando una gran en la sociedad mendocina y en generaciones y generaciones que crecieron tomando sus deliciosos helados. La sucursal que baja sus puertas es la que estaba ubicada en la esquina de España y Las Heras desde la década de 1930.

El motivo del cierre se debe a problemas de salud que afectaron al fundador de la marca. A solo 6 años de que la heladería cumpliera un siglo en Mendoza, los hermanos Soppelsa (herederos de la marca) se vieron obligados a tomar esta drástica decisión. 

Histórica heladería en Mendoza 

La heladería Soppelsa tiene una larga historia que comenzó en 1924, cuando Don Pedro Soppelsa emigró desde Italia. Después de varios intentos en otros lugares, su hermano Guerrino decidió establecerse en Mendoza en 1927 y comenzó a hacer helados en una humilde habitación que tenía piso de tierra. En 1930 abrió la sucursal de España y Las Heras que hoy cierra sus puertas.

Guerrino comenzó este emporio junto a su hijo Ernesto, quien luego pasó el mando a Dante, quien trabajó codo a codo junto a su hijo, Flavio. 

A lo largo de las décadas, Soppelsa no solo se consolidó como un referente local en la producción de helados artesanales en Mendoza, sino que también dejó su huella en provincias vecinas, como San Juan y Córdoba, donde inauguró sucursales que luego cerró. 

Además de su calidad en helados, Soppelsa fue pionera en ofrecer un servicio innovador en la ciudad de Mendoza, con helados vendidos desde camiones en las inmediaciones del Parque. Esto es recordado por todos los mendocinos y mendocinas como un sello distintivo. 

En las redes sociales manifestaron con nostalgia esta decisión, ya que más allá del sabor de sus helados, Soppelsa se convirtió en un ícono de generaciones y generaciones. Nietos que sabían que después de la bicicleteada con el abuelo venía el helado, infinidades de parejas que acompañaron la primera cita con un sabor de Soppelsa, familias enteras que organizaban la salida del domingo en uno de estos negocios. 

Sin dudas, este cierre no solo baja las persianas de un local, sino también de una parte muy importante de la historia mendocina. 


 

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