La justicia condenó a prisión perpetua al único acusado del femicidio de María victoria Ruiz. La mujer de 44 años que fue asesinada a golpes en una casilla rodante en un camping de El Carrizal, en febrero de 2024.
El sanjuanino Lucas Pérez Vicentela era el único sospechoso des que comenzó la investigación, debido a que su ADN se encontró en la escena del crimen. Debido a eso se declaró culpable y fue condenado en la mañana de este lunes, por la jueza Viviana Morici, durante un juicio abreviado para evitar ir a juicio por jurado.
Fue condenado por el delito de homicidio agravado por el vínculo de pareja en concurso ideal con homicidio agravado criminis causa. Al momento del crimen, el sujeto estaba en pareja con Ruiz y ya tenía denuncias previas por violencia de Género.
La mujer, de 44 años, fue hallada sin vida en el interior de una casilla donde se alojaba con su pareja en el camping del Club Rivadavia, ubicado en el embalse El Carrizal.
Según información policial, la mujer recibió dos fuertes golpes en su cabeza con un objeto contundente, lo que causó su deceso. Una de las principales hipótesis es que el principal sospechoso, Lucas Pérez Vicentela, la habría asesinado mientras dormía.
Al día siguiente, el acusado se fue del lugar. Una semana después, el cuerpo fue descubierto. Desde ahí la justicia inició la búsqueda del prófugo, quien ya tenía 3 denuncias previas por maltrato y hasta una denuncia por robo que había efectuado la misma Victoria Ruiz en el mes de enero. El hombre fue intensamente buscado por la justicia mendocina y la Policía de San Luis, donde finalmente lo detuvieron.
De acuerdo con la investigación, Pérez Vicentela pasó varios días de enero con la víctima en El Carrizal, donde fue visto por varias personas que también se encontraban en el lugar. Según la investigación policial, las pruebas lo ubican como el autor del crimen.
Además, desde la justicia indicaron que el hombre fue detenido debido a que luego del hecho, se llevó consigo el teléfono de la víctima y sus tarjetas, con las que realizó algunas compras.
Las armas homicidas, un hacha y un martillo, habían sido escondidas y limpiadas por el agresor, pero la policía las encontró y aún tenían rastros del ADN del imputado y de la víctima; fue esa la prueba más importante para condenarlo.