Mendoza

Una historia de aceptación y amor propio: "Nunca me imaginé estar al frente de un grupo"

Marcela Rivas nació con labio leporino, pero eso no la detuvo y ahora está al frente de un gimnasio como instructora de danza. Conocé su historia.

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Redacción ElNueve.com
24 de octubre de 2024 | 16:14

La Historia de Marcela a Rivas comenzó desde su nacimiento, sin embargo, no sé imaginó que iba a terminar de esta manera estando al frente de un grupo. Nació con labio leporino, pero eso no la detuvo para demostrar que el amor propio y las ganas de superarse eran más fuertes.

Marcela Rivas nació con labio leporino, hasta los tres años se alimentó a través de una sonda hasta que a los cinco fue operada. “Fue una operación experimental en Mendoza, me sacaron piel de los cachetes y me fabricaron mi propio paladar”, explicó Marcela.

“Yo nunca fui gangosa porque al no tener paladar, no podía hablar. Solo emitía sonidos que mi familia entendía lo que quería”, agregó.

Luego de la operación que tuvo a los cinco años, Marcela comenzó a balbucear sus primeras palabras, pudo hablar y “ahora no me para nadie”, sentenció.

“Yo al principio siempre fui muy tímida por mi problema del labio leporino, caminaba con el pelo en la cara, nunca fui líder, nunca me imaginé que iba a estar enfrente de un grupo de personas dirigiendo”, sentenció Marcela haciendo un poco de retrospección hacia su propio pasado e historia de vida.

Su paso por la escuela no fue fácil, “los niños a veces son crueles sin saberlo, no tienen maldad, sino que atrás de cada niño hay una historia y por eso son como son. Cuando uno es chico, por ahí uno señala con el dedo, se levantaban el labio, hablaban gangoso, me hacían burla. Sufrí mucho de chiquita el bullying, algo que hoy no permito en mi gimnasio”.

Todo cambió para ella cuando decidió aceptarse a sí misma y ayudar a los demás a través del baile, “en la danza es impresionante como ayuda a los niños, a la gente grande”.

Me aceptaron cuando decidí aceptarme a mí misma”, algo que comenzó cuando ella fue creciendo y se dio cuenta de que la gente la trataba de una manera distinta y cambio todo su estilo de vida.

Con el paso de los años, y gracias al apoyo familiar, algo que señaló que es muy importante, se animó a bailar.

Amo bailar, subirme al escenario, amo enseñar, me encanta”, dijo Marcela con los ojos llenos de felicidad. Cuando empezó a ser profesora de danza, todo comenzó casi por casualidad. Ella comenzó a ir a un gimnasio a practicar danza, pero este cerró. Fue en ese momento que ella se lanzó con lo que tenía y empezó a dar clases.

 

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