Consuelo del Socorro Córdoba iba a practicarse la eutanasia el próximo 29 de septiembre, pero lo que le dijo Francisco fue muy especial.
Consuelo del Socorro Córdoba es una colombiana que estaba decidida a morir al someterse a la eutanasia a causa de las graves dolencias que le generó el ataque con ácido que sufrió en el año 2001. Pero antes, quiso ver al Papa Francisco.
La mujer, que sufre de toxoplasmosis, una infección muy grave que afecta al cerebro, ha sido sometida a 87 cirugías y aún tiene una larga recuperación y cirugías por delante.
El hombre que era su esposo hace 17 años le tiró ácido en la cara, desfigurándole el rostro y parte del cuerpo, pero también perdió un ojo.
Durante todos estos años ha permanecido con una máscara puesta, con dos tubos en la nariz para poder respirar y sólo puede alimentarse con líquidos, pues su boca fue desintegrada.
Cansada de esta situación, Consuelo había decidido optar por la eutanasia.
“El próximo 29 de septiembre el médico me iba aplicar la inyección para morir dignamente pero después del abrazo que me dio el Papa Francisco en la Nunciatura decidí seguir viviendo, él me dijo que no me muera porque el mundo entero me va ayudar para seguir adelante, someterme a las operaciones y no tener una vida de miseria”, contó la señora Consuelo en Caracol Radio de Colombia.
La mujer agregó que ya logró perdonar al hombre que la atacó con el ácido.
Cómo fue un encuentro
“Yo fui la primera en la fila y la primera que saludó fue a mí. Me abrazó, le entregué el regalo. Estoy feliz, le dije que me iba a hacer la eutanasia, que me ayudara, y me dijo que no, que no iba a hacer eso. Me dijo que yo era muy valiente y muy linda”.
El encuentro con Francisco fue en la Nunciatura Apostólica en Bogotá, y la mujer asegura que la “cambió totalmente. Ahora sí quiero vivir y necesito que el mundo entero lo sepa”.
“Gracias a Dios se pudo dar este milagro que yo pudiera estar acá”, dijo la mujer que aún necesita varios miles de dólares para su tratamiento, que incluye 6 cirugías más.
Consuelo también pidió ayuda para salir de la miseria en la que vive ya que sólo tiene para sostenerse un bono de 84 mil pesos, unos 30 dólares estadounidenses.
Ahora, explicó Consuelo, “quiero soñar con muchas cosas: techo, negocio, casa, de todo porque ya no voy a morir”.
Al Papa, concluyó, “le regalé mi corazón y le compré una cosa hermosa como un corazón lindo y todo este documental, la carta de eutanasia, todo, para que él lo vea allá en Roma”.