Si creías que hacer múltiples y variadas tareas al mismo tiempo es señal de productividad, nada más lejos de la realidad. Y aunque el mundo actual te empuje e creerlo, lo único que vas a generarte es deterioro cognitivo.
Al frente de la computadora, mientras trabaja en su oficina y escribe el informe, responde audios y mensajes por su teléfono, aclara inquietudes de sus jefes, y además revisa el último balance de la empresa. En la mitad de la jornada laboral, llamados telefónicos de diversos internos, y personales, ya que desde la escuela le apuntan que su hijo tuvo un problema de conducta. ¿Un día normal en la vida de una mujer u hombre? En realidad, un día naturalizado como normal. El tiempo a corto plazo pasa factura y el cuerpo se hace cargo de la misma: ansiedad, agotamiento, mal dormir, y a nivel mental lo peor: la computadora (cerebro) dice “basta” y pide reseteo. Falta de memoria, lentitud cognitiva, cefaleas y hasta pequeñas lagunas son parte de la rebelión interior que pide pausa.
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La descripción alude al denominado “multitasking”. Una palabra para referirse a una persona multitarea, aquella capaz de realizar dos o más de ellas de forma simultánea y efectiva, lo que, salvando las distancias, sería algo parecido a lo que hace un ordenador…Pero ahí está el tema, no somos un ordenador, sino seres humanos cuyas habilidades se pueden ver mermadas si se cree que ser “multitarea” nos hace más efectivos, sanos o felices.
¿Cualidad o defecto?
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Según apunta la neuropsicóloga Cecilia Ortiz, “ser multitarea” puede ser una cualidad o defecto según cómo desde qué lugar lo enfoquemos”.
– ¿En qué sentido?
Existe una multitarea física, por ejemplo, una cocinera que mientras cocina le habla a la cámara explicando el procedimiento, porque hay dos áreas diferentes de su cerebro que se están activando. Una es automática (como revolver una preparación), y la otra es la del pensamiento cuando habla o hace comentarios. O caminar e ir hablando con alguien o mandarle un mensaje de voz mientras hacemos la actividad. Eso está todo bien porque son áreas diferentes.
Se complejiza cuando el multitasking es cognitivo. Es decir, cuando usamos una misma área del cerebro para varias actividades. Y esa área es la que tiene que ver con el razonamiento. Por ello si estoy mandando un mail, escribiendo un mensaje de texto, y a su vez escuchando a mi jefe o pareja que me está diciendo algo, estoy haciendo tres actividades que demandan a la misma área del cerebro. Pensamos que estamos haciendo las tres a la vez y en realidad es un engaño.
– ¿Por qué?
Si pusiéramos una camarita dentro del cerebro lo que la misma haría sería mostrarnos que por cada cosa se enciende y se apaga la del mail, la del mensaje, y la de la respuesta al jefe. Es decir, se activa y desactiva rápidamente para responder a cada cosa. Si lo llevamos a la vida, si vivimos encendiendo y apagando un foco todo el tiempo, termina por quemarse. Igual para el cerebro y el multitasking cognitivo.
-Mientras más multitareas, ¿Más o menos eficientes?
Menos. Contrario a lo que se piensa mientras más multitarea rendimos menos, con muchas más posibilidades de cometer errores. Acá lo importante es hacer una cosa por vez. Empiezo algo, lo termino, sigo con otra cosa y la finalizo… y así con todo. Hay que saber discriminar lo importante de lo urgente, empezando y terminando cada cosa.
El multitasking es la primera causa mundial de estrés. Si no hacemos consciente esto, y cambiamos la forma de trabajar y estar en la vida, el cuerpo cobra factura.
Consejos para vivir mejor
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En un artículo publicado en el periódico británico The Guardian, el neurocientífico estadounidense Daniel J. Levitin se pregunta cómo hace la gente cuando tiene tanta información alrededor y, a la vez, tantas cosas por hacer. La respuesta es bastante sencilla: se vuelven multitareas.
¿Es bueno o malo? Levitin expone por qué esta particular forma de hacer las cosas —por la que muchos se sienten superiores a otros— no sería tan recomendable y cita algunos estudios que abordan los inconvenientes del multitasking, como el de Earl Miller, del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), en el que se afirma que éste no sirve sencillamente porque el cerebro no funciona de esa forma, o el de Russ Poldrack, de la Universidad de Stanford, en el que se dice que tratar de adquirir información nueva mientras se realizan otras actividades hace que este conocimiento termine en la parte equivocada del cerebro.
Además, explica Levitin, alternar tareas activas el consumo de la glucosa necesaria para que las neuronas funcionen de una manera óptima. Como quien dice, no sólo no se está adquiriendo un nuevo conocimiento correctamente, sino que se están agotando los recursos para que el cerebro funcione para otras cosas.
Con el fin de evitar que los factores distractores, la mayoría relacionados con la tecnología, las redes sociales y la acumulación de tareas, se conviertan en una barrera para un aprendizaje efectivo, este científico da tres consejos.
1.El primero, la realización de actividades saludables durante los tiempos de pausa, que permitan un “reinicio del cerebro”. Por ejemplo, leer, salir a caminar, hacer un poco de ejercicio o adoptar el método de trabajo del pomodoro, muy utilizado en el teletrabajo, que consiste en ejercer la actividad laboral o de estudio durante 25 minutos —con mucha concentración— y tomar un breve descanso de cinco minutos o, incluso, dos horas de trabajo continuo seguidas de recesos de 15 minutos.
2.La segunda recomendación es crear un período de desconexión que podría ir desde cerrar el navegador hasta tomar la drástica decisión los dispositivos con el fin de que ni las notificaciones los anuncios de un nuevo episodio de la serie favorita, o un video en Youtube sean tentaciones para dejar a un lado lo que se está haciendo.
3.Finalmente la apuesta es por el autocontrol. Es decir, autorregularse para que las redes sociales, por ejemplo, no impongan cómo gastar el tiempo. Sin embargo, desde otra perspectiva, todas las tecnologías que distraen también se podrían convertir en aliados del aprendizaje si se implementan de una manera pedagógica en los espacios de estudio. Se trata de una cuestión de equilibrio.
La neuropsicóloga Cecilia Ortiz, estuvo en Cada Día y fue entrevistada por el equipo. Mirá la nota