La tendencia mundial nos lleva a la transformación hacia una agricultura sustentable, ella debe ir acompañada de un beneficio económico, respeto por el medio ambiente y sin dejar de lado el componente social. Por esto se habla de que la sustentabilidad debe generar un triple impacto: social, ambiental y económico.
Además, no debemos olvidar que esto debe perdurar en el tiempo, lo que nos lleva a otro término no menos importante: sostenibilidad.
La agricultura está viviendo un momento de cambio apasionante, con nuevas prácticas de cultivo que están redefiniendo el futuro hacia una producción más sustentable. Estos métodos no sólo buscan una mayor sostenibilidad ambiental, sino que también están demostrando ser una solución económica inteligente para los agricultores que desean maximizar su rentabilidad y reducir costos.
En esta época del año podemos citar una importante práctica cultural que se está llevando a cabo, “la poda”. Ésta debe ser racional y equilibrada, dándonos como resultado plantas con un vigor balanceado, buenos rendimientos y calidad de fruta, mantenidos en el tiempo.
Por otro lado los abonos verdes o cultivos de servicio, nos ayudan a mejorar las condiciones físico - químicas y biológicas del suelo: disminuyendo la erosión, aumentando la capacidad de infiltración, manteniendo la cantidad de materia orgánica (M.O.), entre otros.
La tecnificación en los sistemas de riego, teniendo en cuenta que la implementación de riego por goteo nos aporta un uso racional del agua. Esto nos permite proporcionarle a la planta cantidades óptimas de humedad, pudiendo realizar también una fertilización localizada, fácil y con mayor aprovechamiento de las enmiendas. Si bien la inversión inicial es alta, con el tiempo se recupera y hace más rentable el cultivo.
Las prácticas sustentables de fertilización son aquellas que nos van a asegurar la reposición de los fertilizantes extraídos mediante los cultivos. La mejor manera de conocer estos resultados es a través de un análisis de suelo. El constante conocimiento de la fertilidad de los suelos, nos lleva a un uso consiente y más preciso de fertilizantes, cuidando también los costos.
Este es el caso de las fertilizaciones orgánicas y abonados, que mejoran la salud del suelo y la sostenibilidad del cultivo, reducen la dependencia de productos químicos y, en consecuencia, los costos asociados y menor incidencia en la salinización de nuestros suelos.
Aunque la inversión inicial en tecnologías y prácticas sostenibles algunas veces puede ser alta, los beneficios a largo plazo lo compensan. La optimización de los rendimientos y la mejora en la calidad de la producción pueden llevar a precios de venta más altos y una mayor demanda.
En SIMBIOS disponemos de una amplia paleta de enmiendas orgánicas certificadas. Las mismas nos ayudan a cuidar la salud de los suelos, enfocándonos en un futuro sustentable y sostenible.
Una enmienda que es muy utilizada en esta época del año es el guano. En Simbios contamos con BLOCOMPOST, un guano compostado, pelletizado y orgánico certificado. Además de cumplir con las certificaciones de producto orgánico, tiene otras ventajas como: la lenta y continua liberación de sus componentes (materia orgánica; ácidos húmicos y fúlvicos; macro, meso y micronutrientes, microorganismos benéficos, aminoácidos libres), ayudando a la estructuración de suelos, nutrición, mejorando sistema radicular y rendimientos. Al ser de rápida y fácil aplicación nos ayuda a reducir el costo de la misma.
A su vez una segunda enmienda orgánica líquida, que posee el mismo origen que la anteriormente expuesta es FOL SUELO. Este puede ser aplicado en momentos cercanos a brotación y continuando hasta fin de ciclo. De esta forma sumamos el beneficio de poder agregarlo a traves del riego por goteo o superficial, de forma fraccionada y localizada.
Cumpliendo ambos productos con las certificaciones de enmiendas orgánicas: Orgánico SENASA (UE) y NOP – Letis (USDA), siguiendo los principios de sustentabilidad.
Las distintas prácticas de sustentabilidad que se están llevando a cabo en la agricultura benefician a los productores individualmente y también tienen un impacto positivo en las comunidades locales. Las continuas capacitaciones en nuevas técnicas fomentan el desarrollo personal de los agricultores y promueven una cultura de sostenibilidad dentro de la industria.
Además, estas prácticas contribuyen a la preservación del medio ambiente, mejorando la calidad del entorno en el que se encuentran los cultivos. La clave para aprovechar al máximo estas innovaciones radica en combinar conocimientos agronómicos avanzados con una estrategia económica efectiva, preservando el medio ambiente y asegurando el bienestar social hacia una agricultura sustentable.
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